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sábado, septiembre 30, 2006

Las mentiras: ¿Grave problema o simple travesura?

Las mentiras: ¿Grave problema o simple travesura?

Los niños pequeños de entre 3 y 5 años, suelen confundir la realidad con la fantasía. Por eso, cuando juegan crean un mundo casi tan real como la vida, y les gusta hacer cuentos e inventar historias. En esta edad es cuando hacen a los padres cómplices de sus juegos y pretenden que participen de su mundo y su realidad.

Según la psicóloga infantil Alejandra Muñoz, para mentir tiene que haber una intención y un objetivo, lo que recién se establece con el desarrollo del pensamiento a los 6 años, donde el niño ya es capaz de discriminar la verdad de la mentira. Aunque no siempre está conciente de lo que es mentir, muchas veces lo hace para evitar un castigo o llamar la atención. “Si bien, moralmente la mentira es mala, primero hay que evaluarla de acuerdo al contexto, ya que tiene que ver más con el entorno que rodea al niño que con una intención de él. En forma espontánea tiende siempre a decir la verdad, en cambio la mentira se aprende, y es un recurso muy usado de salvación de situaciones”.


¿Por qué miente?

Cuando el niño empieza a tener mayor conciencia de la realidad, a partir de los 6 años, y se da cuenta de que, a veces, alterando la verdad puede conseguir ciertos beneficios, empieza a moldear la realidad para obtener cosas, comienza a intentar engañar a los papás y es ahí donde la mentira puede ser un peligro serio.

A medida que el niño va creciendo, es más fácil que recurra a mentiras interesadas, por ejemplo, para evitar responsabilidades o castigos por sus acciones. Si bien esta es una estrategia natural que el niño ocupará, va a depender del manejo que realicen los padres si se convierte en una estrategia permanente o pasajera. Para evitar que se mantenga en el tiempo, se recomienda hablar con el pequeño para explicarle la importancia y los beneficios de la verdad, la honradez y la confianza, junto con ejemplificarle cuáles son las consecuencias de mentir, por ejemplo sentirse mal con uno mismo y además, generar desconfianza en los otros.

La rigidez o las altas exigencias también pueden provocar en los niños temor al castigo y motivarlos a mentir. Si un padre lo obliga a sacarse buenas notas y lo reta violentamente si le va mal, entonces el niño empieza a copiar en pruebas para que le vaya bien u ocultar la nota para evitar la sanción. Los papás deben preguntarse qué está llevando a su hijo a mentir, a pesar que la honradez sea un valor que le hayan inculcado como padres.


Según la psicóloga, en las trampas el pequeño busca demostrar algo, ser mejor que el otro, o esconder una debilidad, y mantener una imagen positiva ante los demás para no ser discriminado o rechazado.

Desde los 6 años en delante, para los niños las reglas en los juegos y el hecho de ganar se vuelve algo muy importante. Por eso, es común una pequeña trampa, pero hacerlas en forma sistemática o insistir en mentir, pese a que sabe que todos los demás niños se dan cuenta y aún así se mantiene en su postura, es signo de que tiene algún problema. Por lo tanto, hay que preocuparse respecto de qué está pasando.


¿Cómo deben reaccionar los padres?

La psicóloga Alejandra Muñoz, afirma que los papás siempre deben cuestionarse cuando su hijo miente, ver por qué lo hace, cómo han actuado antes, si han sido muy exigentes o restrictivos con él. Si bien la mentira nunca se debe dejar pasar, los padres no deben castigar inmediatamente, si no preguntarle por qué lo hizo, y darle la confianza necesaria para que diga cuáles fueron sus razones.

La profesional explica que, por ejemplo, si un niño escucha que su mamá dice cuando la llaman al teléfono que no está, siendo que realmente no quiere hablar con la persona, le está diciendo a su hijo, indirectamente, que mentir es aceptable y estará modelando su conducta. Y lo más seguro es que el niño no pueda entender que algunas mentiras se ‘pueden’ decir mientras que otras no. “Es bueno que los padres le expliquen por qué a veces ellos dicen mentiras ‘piadosas’, y que les hagan ver que eso no es lo mejor, y que no debe ser lo habitual”, afirma la psicóloga. El niño necesita conocer un mundo real, donde un adulto miente pero se retracta, pero no decirle por ejemplo, tu mamá nunca miente, porque eso no es cierto y él lo va a comprobar a lo largo de su vida.


regular con castigos proporcionales a las faltas, “es decir, si un niño de 12 años le roba un estuche al compañero y lo esconde, debe ser castigado con algo que realmente le afecte. Pero no se puede castigar a ese mismo niño porque le dijeron que apagara el televisor a las 7 para que hiciera las tareas y la apagó a las 8 y media, no tiene proporción que se le aplique el mismo castigo, y en este caso lo que se debe hacer es conversar y transar. Si hace sus tareas antes, puede ver más televisión, por ejemplo”. Negociar siempre es bueno para que el niño pierda el miedo de decirle la verdad a los padres, si tiene buena comunicación va a evitar mentir. Mientras más chicos más importante es el castigo conductual, porque todavía no es capaz de abstraer las consecuencias de las conductas, las tiene que vivir.

El contexto ideal para evitar las mentiras en los niños, es uno en el cual pesa más decir la verdad que evitar un castigo. Los padres debieran felicitar a su hijo cuando es capaz de reconocer aquello que le es difícil y lo enfrenta a pesar de saber que a los papás no les va a gustar. Si lo sancionan a pesar de haber dicho la verdad, no le estarán enseñando los beneficios de la honradez, por lo tanto, el castigo deberá ser menor, utilizando la honradez como un atenuante. Frente a las trampas, es importante reforzar el orgullo de obtener algo a través de sus propios méritos, haciendo énfasis en el esfuerzo, por ejemplo, más que en el resultado final.

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